Inseguridades
- Byou
- 29 abr 2019
- 2 Min. de lectura
Mi momento de reflexión favorito es cuando me ducho. Tendré una conexión especial con el agua (caliente, sobretodo) que hace que me fije en cada gota que cae, por dónde baja, una especie de mindfulness en la ducha.
En este rato de reflexión, hoy, he empezado a pensar en cómo empecé aceptar mi cuerpo.
Puede que haya personas que me conozcan y piensen que qué tontería, que no debería estar insegura con mi cuerpo, en cambio, puede que otras lo entiendan. Nunca he tenido pensamientos de culpa muy arraigados por no tener el mismo tipo de cuerpo que las demás chicas, pero eso no significa que no haya sentido nunca inseguridad. Soy una chica de 22 años, que mide 1'53m (siendo positiva) y que he tenido complejo por ello y por otras cosas.
La adolescencia es muy dura. Se producen muchos cambios corporales, tanto en chicos como en chicas, y nadie te prepara para ello. Empezamos desde pequeños a saber cuáles son los cambios más significativos que nos sucederán en un futuro, cuando llega el momento tus padres sólo empiezan la frase "No te preocupes, con el tiempo...". Ahora, que ha pasado ya ese tiempo, afirmo que el momento llega. Pero no llega porque suceda lo que tu querías a los 16 años, sino porque tu visión sobre ti mismo/a ha cambiado. A mis 16 años solo quería controlar mi pelo, que me creciera el pecho, que no me tuviera que depilar y, según que días, ser más delgada para que cierta ropa me quedara mejor (lo de la altura ya lo tenía más superado).
Ana Marín, ilustradora con libro publicado, lo expresa muy bien en sus dibujos.
Pero esos cambios dependen de ti. De tu esfuerzo. Un esfuerzo que puede ser físico y saludable, pero también mental. A mi modo de ver, y lo que me ha ayudado a mí, es conocerme y aceptarme tal y como soy. Decirlo suena muy fácil, lo sé, lo complicado es hacerlo. Me dediqué a observarme, verme frente a un espejo sin nadie que me molestara, fijándome en cada centímetro de mi piel, haciéndome consciente de lo que era y soy.


Algo muy importante, también, es pedir ayuda. Confía en tu familia, en tus amigos y en ti mismo/a. Debes entender que lo primero eres tú. Debes priorizarte, sin volverte egoísta. Porque cuando te aceptes, debes empezar a quererte. Y, ¿quién te querrá más que tú mismo/a?
La vida es muy corta para no dedicarse tiempo a uno mismo, para no quererse y no disfrutarse. Así que, empieza ahora, da el paso; disfruta de tu vida, de tu gente, de las cosas que te gustan, dedícate tiempo a ti y no solo a los demás. Aprende más de ti, y valórate.


Commenti